Arrancamos la semana recordado una de las giras clave de este otoño, la visita de Paradise Lost la semana pasada a nuestro país. A continuación os dejamos nuestra crónica de su concierto en la sala Salamandra junto a Lucifer.

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Este pasado fin de semana llegó con un día de adelanto, pues el jueves nos sentimos como si ya fuera viernes ya que teníamos una cita con una de las bandas que forman la tríada del doom inglés que hizo que muchos fuéramos a trabajar al día siguiente con una sonrisa de oreja a oreja. Paradise Lost siempre cumplen en estudio pero no todos sus directos alcanzan la misma calidad y es por ello que cuando toca asistir a uno de sus eventos, se va con algo de miedo en el cuerpo y con una sola pregunta en la cabeza “¿Cantará bien esta noche Nick Holmes?”. Pues sí, señores y señoras, no sólo cantó bien sino que además supo entretener al personal. Pero no nos adelantemos a los hechos, pues antes de Nick y compañía nos tocaba una dosis del doom más stoner y rock ocultista.

Pasadas las ocho y venidos desde la fría Berlín, salieron a escena Lucifer capitaneados por Johanna, integrante de las desaparecidas TheO ath.Ofrecieron una puesta en escena bastante sobria, con toda la atención puesta en Johanna, que se mostró muy amable y cariñosa con el público. Tocaron un set de unos 45 minutos y si bien la banda dio un buen concierto, perfectamente ejecutado, no supieron calar hondo en los asistentes y no fue extraño ver cómo incluso algunos se fueron de la sala tras un par de temas mientras otros directamente ni entraron. Quizás los alemanes hubieran triunfado mucho más si hubiesen acompañado a una banda como, por ejemplo, Kadavar. Discrepancias de estilos aparte, en mi caso contaban con el hecho de haber sido seguidora de The Oath y gustarme mucho más la propuesta del dúo femenino, mucho más heavy. La voz de Johanna sigue siendo soberbia y si bien supo conquistar a más de un individuo con respuestas como “doom, baby” en conjunto no fue suficiente. Lamentablemente creo que pasaron sin pena ni gloria ante un público que estaba deseoso de ver a los ingleses una vez más. Eso sí, no dudaré de darles una nueva oportunidad si regresan con acompañantes más acordes a su estilo y en una sala más íntima, como por ejemplo la Rocksound.

Tras un parón que se nos hizo eterno, Paradise Lost pisaron las tablas de la sala Salamandra para tocar como no lo habían hecho en muchos años en la ciudad condal. Al primer gutural que emitió Nick Holmes nos chapó la boca a todos como si de una apisonadora se tratase. He visto a los ingleses un sinfín de veces y puedo contar con los dedos de una sola mano las veces que he salido plenamente satisfecha de un concierto suyo. Este último concierto es uno de ellos, solo superado por ese maravilloso espectáculo que ofrecieron en la Roundhouse de Londres celebrando el 25 aniversario de la banda. Mackintosh estuvo fenomenal a la guitarra, Aaron tan simpático y bailongo como siempre y Waltteri tocando la batería de tal manera que nos dejó boquiabiertos a más de uno (más aún si cuentas con el que chaval tiene apenas 21 años). ¿Qué más podíamos pedir? ¿Qué Stephen sonriera un poco? No, bastante habían hecho ya devolviéndole la voz a Nick Holmes, que el bajista dejara de parecer un mero figurante de una obra de teatro ya era pedir demasiado.

El humor de Nick también estuvo bastante acertado y no se hizo tan pesado como en otros conciertos en los que algún chiste asomaba y pasaba completamente desapercibido. Avispado estuvo al presentar el tema de su último álbum “Terminal” indicando que la canción no iba sobre aeropuertos. Setlist bastante acertado también con más de una joya clásica y como bien nos dijo Nick:“Vamos a tocar muchas canciones del último disco y os pedimos disculpas por adelantado”, The Plague Within fue el álbum protagonista. “No Hope in Sight” fue la elegida para abrir la velada, seguidas de “Widow” y “The Painless”, las dos primeras "oldies" que interpretaron, siendo esta última una grata sorpresa ya que no suelen tocarla mucho.

No todo fueron luces durante el show de los ingleses y alguna sombra, que llevan arrastrando toda su carrera, se dejó entrever. Si bien he indicado antes que Nick había cantado bien, hay que mencionar como le sigue costando las limpias y tiene que tirar algún sampler y efecto que la disimule un poco. Memorable fue el gallete que soltó al principio de “Enchantment”. También subían el volumen en algunas partes para ayudar a tapar los errores de voz del inglés. De todas formas, insisto, Nick Holmes no es el perfecto frontman, eso lo sabemos aquí y en Pekín, pero la actuación que dieron este jueves se quedó a años luz de lo lamentable que ha podido llegar a ser otras veces. Realmente ha hecho un gran trabajo mejorando su voz y su puesta en escena en directo y no puedo hacer más que felicitarle. Además, por fin se ha dejado el libro de las letras en casa, pese a que el pinganillo que llevaba puesto resultaba más que sospechoso.

“Victim of the Past” fue uno de los temas nuevos que mejor sonaron en directo y es que aunque la banda haya querido hacer una vuelta a sus raíces más crudas, es ese affair del doom con la música gótica lo que a mí más me ha gustado de su evolución estos últimos años y se echa en falta en este último disco. Por eso temas como la anterior mencionada, “Return to the Sun” o “An Eternity of Lies” fueron las que cayeron más en gracia. No faltaron los clásicos temas que nunca se van del setlist: “Erased”, “Praise Lamented Shade” y la que ya se ha convertido en todo un mito de Paradise Lost, “Faith Divides, Death Unites Us”. Personalmente hubiera incluido algo del Paradise Lost, posiblemente el disco más infravalorado de los ingleses y el que considero el perfecto híbrido entre doom/death y gothic metal. Tampoco recordaron nada de su anterior álbum Tragic Idol, lo que me sorprendió bastante. “Requiem” supuso el inicio de la recta final del set, en la que los ingleses volvieron para interpretar cuatro canciones más, incluyendo la mítica “As I Die”, que fue coreada por todos los asistentes.

Un concierto redondo que no podía terminar de otra manera que con “Say Just Words”, en la que vimos unos Paradise Lost en plena forma y con un Nick Holmes que pareciera estar viviendo una segunda juventud que incluso animó a sus fans a realizar varios moshpits durante el concierto. Sin querer repetirme, el espectáculo de los ingleses estuvo a la altura de las expectativas, se hizo corto pese a que el setlist contara con 16 temas y poco negativo podemos sacar del mismo. Me tocaba comerme casi la línea roja de metro entera y poco me importó tras lo que había vivido esa noche. ¡Larga vida a los ingleses!

Crónica y fotos: Xell