El sábado Stravaganzza regresó a los escenarios en La Riviera de Madrid y nosotros no nos lo quisimos perder. Aquí os dejamos la crónica de la noche de la mano de Nonamed.

¡No te la pierdas!

 

 

Aviso para navegantes, principiantes y navegantes principiantes: lo que se va a narrar en las siguientes líneas no es un concierto cualquiera. Es un acontecimiento, que los que hemos podido presenciar, sabemos que ha sido único y con pocas fechas más para poder disfrutarlo. El regreso de Stravaganzza.

Madrid. Primer sábado del otoño de 2017. Sala La Riviera. Hora de apertura de puertas: 19:30.

Con puntualidad y una organización exquisita por parte de la sala, la enorme cola que acostumbra a bordearla, va disolviéndose con rapidez. Dentro, la oscuridad que acostumbra un local que necesita un buen lavado de cara, ya que poco menos parece una nave industrial.

El público va cogiendo sitio para presenciar dos horas y media de uno de los mayores espectáculos que se pueden ver en un directo de un grupo español. Y es que Stravaganzza no es sólo música. Es teatro, es baile, es emoción, es pasión y un trabajo de más de treinta personas sobre el escenario que está todo cuidado al milímetro. Un espectáculo que gira en torno a la muerte, a esa atmósfera llena de oscuridad que sus canciones siempre nos han transmitido. Y no seré yo el que venga a explicar por qué ahora, siete años después de su disolución, Stravaganzza se ha convertido en un grupo de culto.

Maravilloso todo el trabajo de violines, de teclados y de coros. Porque sí, la orquestación es en directo, y no pregrabada como ya nos habíamos habituado entre los grupos. Y es que llevar todo este tinglado de gira por España es mucho más que meter los instrumentos en una furgoneta llena de gasolina y a rodar. Y espero que eso sea valorado por esos fans indecisos de pagar 25 euros por una entrada, que si es cierto que es algo cara, merece la pena.

El concierto es claramente un concierto de presentación del grupo, donde ningún disco es protagonista. Para ello dividen el concierto en cuatro actos, uno por cada uno de los discos publicados y donde, con una indumentaria muy gótica, nos van enseñando la evolución del grupo, desde ese primer disco llamado “Primer Acto” con temas como “Dios” o “En Soledad Me Lamento” hasta su último disco y casi desconocido (o eso creíamos) “Raíces” con “Cuestión de Fe” o “Un Millón de Sueños”. Tampoco quiero dejar pasar por alto, el recuerdo a Big Simon en “Requiem”. Entre acto y acto, emotivos, preciosos y preciosistas interludios llevados a cabo por Natalia Barrios con un bodypainting elegante y lleno de sensualidad y por todo el equipo de baile dirigido por Zarina. Y por supuesto también tuvimos versiones, que es algo que a Leo Jiménez y Pepe Herrero se les da de maravilla. A la ya clásica “Hijo De La Luna” se le unieron “Desátame” de Mónica Naranjo y “Vivir Así Es Morir De Amor”. Estas dos últimas formando parte del bis.

Sobre Leo Jiménez hay poco que decir que no se haya dicho ya. Que además de un magnífico cantante de metal es un frontman que sabe meterse al público en el bolsillo con una facilidad envidiable. Pepe Herrero es de ese tipo de personas que siempre quieres a tu lado. Una persona que aparenta tener la mente fría a la vez que no deja de maquinar. Y Patricio es puro nervio y a la vez elegancia sobre el escenario. Sobre Carlos Expósito, poco se puede decir, porque creo que le faltaba luz. Detrás de una mampara que amortiguaba el sonido, prácticamente no se le vio presencia física, que sí sonora. Y tanto el teclista como el guitarra rítmico que funcionaron como apoyo a la banda, hicieron un buen trabajo, pero se notaba que sin intención de interrumpir a los cuatro músicos protagonistas.

Leo nos ha prometido que el fénix ha renacido y viene para quedarse.Y a mí sólo me queda decir una cosa: Gracias por existir Stravaganzza.

Crónica y fotos: Nonamed