Hamlet se encuentra en plena gira presentando su nuevo disco "Berlin" y a su paso por Alicante nuestro redactor JuanF dio buena cuenta de este tour.

¡Aquí os dejamos la crónica de la noche!

 

Brutalidad. Autosuficiencia. Adrenalina. Muchos registros consiguen describir a la perfección la pureza y sinergia que desempeñan en cada uno de sus conciertos. Hamlet son conocidos por todos como esa banda incansable que, pese al paso del tiempo, siguen al pie del cañón; y cada vez más fuertes. Esa insistencia ha propiciado que gesten un disco enérgico y rudo llamado “Berlín”, precedido por una obra maestra como “La Ira”, y que consigue mantener el listón en lo alto del metal nacional. Y recién comenzada la gira presentación de su nuevo trabajo, Alicante era sede fija para ver pasar a la formación madrileña.

Sala Babel registraba prácticamente un lleno en su interior. Sin teloneros, Hamlet era el único atractivo de la noche. A pelo. Sin nadie que calentase a la audiencia. Y a las 23:00 el pipa daba la señal al técnico de sonido de que todo estaba a punto. En ese momento salían, en medio de un humo cegador, los integrantes del grupo uno por uno. Y la sorpresa recaía en el pelo blanquecino de Molly, buen disimulador de canas para el propenso arte del pelo a envejecer. Sin embargo, el aire juvenil se lo daban los calcetines. Sobre el escenario, todo era negro salvo el color que nacía debajo de las zapatillas del venerado vocalista. Rosa llamativo que se llevaba todas las miradas.

Y respecto a lo visto musicalmente sobre el escenario, la experiencia es una premisa que crea ambientes especiales e insospechados, pero el público tardó en arrancar un tiempo. Raro siendo Hamlet los que estaban sobre las tablas, pero la culpa igual la tuvo la prolongada tralla de nuevos temas, sin intercalar con clásicos hasta la llegada de “Vivir Es Una Ilusión” y “Denuncio a Dios” de aquel polvoriento “El Infierno”. Antes de esas, “Persiste, Insiste, Resiste” habría la ronda de temas de la noche y venía seguida de “Vulgar”, “Tu Destino” y “Eclipse”. Quizá era demasiado “Berlín” junto y dificultó la dinámica del concierto, química que se fue recuperando con una sala que acabó patas arriba.

El concierto lo lideraba un Luis Tárraga arrollador, sudando a mares frente a un Molly que sigue moviéndose, bailando y saltando como si la edad no pasase por él. Un poco se notan los años, pero nada reprochable su entrega. Comparado con ellos, Álvaro Tenorio y Ken HC chocaban por su estática posición. El cambio ambiental ocurrió con “Imperfección” y “Mi Religión”, temas de un disco tan controvertido como legendario como es “La Ira” que cambiaron el chip y crearon un increscendo en la actitud de los asistentes desembocando en pogos continuos que, igual en un concierto de una banda de rock no pegan, pero aquí son parte del precio de la entrada.

Los fotógrafos luchábamos contra viento y marea, los clásicos comenzaban a salir, Molly se subía a la barra del bar desencadenando aplausos y vítores pese a que ya es algo usual en un directo de estos monstruos. Se había desbordado el directo, íbamos derechos hacia el abismo. “No Sé Decir Adiós” referenció a la perfección el éxito de su último trabajo discográfico, coreado por gran parte del público, sobre todo del sector joven. Porque eso es otro aspecto a destacar, la cantidad de gente joven que había en la sala, algo que denota la capacidad de Hamlet por modificar un estilo propio para atraer a las nuevas audiencias del hardcore. Renovación musical.

Grandes títulos de la talla de “Tu Medicina”, “Un Mundo En Pausa”, “Irracional” o “J.F” ponían el broche final a una velada que se antojó memorable. Buen trabajo por parte de los madrileños, que supieron mantener un listón que tenía riesgo de agotarse. Fuera, provocaron una lluvia notoria que obligó a usar capuchas, pero no consiguió impedir el cigarro de después (del concierto) para los más fumadores. Hamlet no cede su testigo. Aún les queda brea que dar y eso es de agradecer. Volvía a casa satisfecho, un poco mojado, con ganas de darle más escucha a “Berlín”, que parece que vale la pena; y con la duda de si los calcetines de Molly habían sido elegidos de forma casual o predeterminada.

 

Crónica y fotos: Juan Fernández