El pasado mes de junio tuvo lugar la X edición del Hellfest Open Air en Clisson (Nantes, Francia). Nuestras redactoras Xell e Ireth allí estuvieron para ver como el Hellfest celebraba sus primeros 10 años de historia.

Hoy os traemos la primera parte de lo acontecido dentro de las fronteras francesas junto a las fotos de la primera jornada. ¡No te lo pierdas!

 

 

Para nosotros el Hellfest se ha convertido en una tradición ineludible y año tras año nos plantamos en Clisson, a pie del cañón. El año pasado fuimos bastante críticos con la organización: interminables colas para los baños y duchas e incluso para pedir un triste vaso de cerveza (además de que primero debías cambiar tu dinero por tokens), mal sonido en las carpas y un más que agravante agobio probablemente debido a que era el primer soldout del festival y que no estaban bien preparados para recibir tal multitud de gente. Pero igual que la pasada edición os informamos de todos los puntos negativos que sufrimos, este año debemos empezar felicitando a la organización por haber solventado casi la totalidad de ellos. Nuevamente hubo soldout, pero la sensación de agobio había casi desaparecido. La redistribución de algunas zonas y el reemplazo de otras, facilitó resolver este problema. Otro punto resuelto fue el mal sonido: un buen lavado de cara a las carpas del Temple y el Altar puso remedio a ello. Se acabó el calor asfixiante y el tener que aguantar el sonido de las pruebas de sonido del escenario contrario. Unos techos más elevados solucionaron el calor, además de que ahora eran más amplias y estaban alineadas en horizontal y no en forma de media cruz como estaban colocadas desde hacía un par de años. Eso facilitó que el sonido no se acoplara y que prácticamente no hubiera un problema de esa índole en todo el fin de semana.También decidieron incluir pantallas en dichos escenarios y en la carpa del The Valley, facilitando así el visionado a aquellos que querían ver los conciertos algo más relejados desde fuera.

Otro de los temas a tratar eran los dichosos tokens. Pues bien, les dijimos adiós para pasar a utilizar una tarjeta recargable llamada cashless. De esta forma el pedir en la barra era mucho más rápido además de poder guardar el dinero que no hayas utilizado para la próxima edición. E incluso podías agregar dinero de una tarjeta a otra y compartir gastos con un amigo. Y ya que tratamos el tema de las barras, este año se incluyeron algunas más y un par de comida “fastfood” para el que quisiera un simple snack o algo rápido entre banda y banda donde también podías pagar con la cashless. El personal de las mismas también me pareció bastante más amable y eficiente que el de otros años. Los precios, por suerte, se mantuvieron. Que pese a que no es el festival más barato del mundo, se agradece que no suban.

Y por último, quizás la gran mejora del festival a mencionar: césped. Adiós a la arenilla, a toser continuamente y a expulsar mocosidad marrón. Hola a respirar tranquilos y a sentarse cómodamente mientras te tomas una cerveza. Que ahora que mencionamos la cerveza, bien por la organización de poner a los famosos “mochilaman” a dar vueltas por la zona de los conciertos. Ellos seguro que hicieron más caja y nosotros no perdíamos tiempo en ir a las barras. Si solo el calor nos hubiera abandonado un poco, hubiese sido perfecto.

Pero basta ya de cháchara y vayamos a lo que de verdad importa, la música. Con la ya característica resaca debido al desmadre anual del jueves noche, nos fuimos al escenario The Altar por primera vez a desayunar de la mano de Bölzer. ¡Y menuda bestialidad de desayuno! Con tan solo dos EPs y una demo, los suizos han sabido conquistar a media comunidad del metal extremo y hay que decir que todo el hype que hay a su alrededor lo tienen completamente merecido. El dúo formado por Okoi y Fabianson la prueba viviente de que no es necesario ser ciento y la madre para hacer música. Guitarra y batería fueron suficientes para volarnos la cabeza a todos con un set que no llegó a la media hora, compuesto por “EntrancedbytheWolfshook”, “Soul Eclipse” y “Steppes”. Concierto bastante corto pero que llegaría a ser de lo mejorcito que veríamos el viernes. Ya solo queda esperar a que por fin se dignen a sacar un larga duración.

Nuestra primera visita del día a la War Zone llegó con el concierto de Despise You. Desde California llegaban con su punk anclado en los '90  pero hecho sin mucha imaginación. Con una voz masculina protagonista combinada con una voz femenina más suave. A la que creo que se le podría sacar más partido, y no dejarla en un plano tan secundario. Quizás así, por lo menos evitarían que su cantante se auto anule del directo. Porqué deambular por el escenario cantando a veces le resta mucho al show. Su estilo no aporta nada novedoso y es del que debe ganar en directo con lo que si falta entusiasmo y trabajo de equipo, mal vamos. Un poco decepcionante cuando sabes que llevan en la carretera desde mediados de los ’90.

Para cambiar un poco de aires y recuperarnos de la decepción que supuso DespiseYou, nos fuimos a los escenarios principales para disfrutar de un metal algo más moderno. Sylosis estaban de presentación de su último álbum DormanHeart y si bien el anterior Monolith pasó algo desapercibido ante nuestros oídos, este último había despertado nuestra curiosidad lo suficiente como para ir a verlos. Como era de esperar, el set fue basado básicamente en su último redondo, que volvía acercarse una vez más al death metal melódico y alejarse del metalcore. Josh estuvo pletórico a las voces y se vio a la banda en muy buena forma. Por suerte nos dedicaron “Teras” de su álbum debut y cerraron con “Empyreal”, una de sus mejores canciones. Todo un acierto también la incorporación del batería de BleedfromWithin.

Por otro lado Samsara Blues Experiment se presentaron ante el Valley. El proyecto de los berlineses se desenvuelve entre el hard rock psicodélico, el blues y se podría añadir el stoner. Un cóctel curioso, pero con un buen resultado. La música del trio proyecta una buena atmosfera,  aunque en directo no se distingue mucho de lo que podrías hacer escuchándolo en tu casa tranquilamente. De hecho, sentarse a escuchar con los ojos cerrados es a lo que invita. Una lástima porque temazos entre hard rockeros y bluseros como “For the Lost Souls”, “Army of Ignorance”y “Center to the sun” son un gozo.

Mientras el sol quemaba a propios y extraños, The Quireboys se instalaron en el Mainstage I. Rock n’ rock puro y duro bajo una apariencia de pirata salido de un set de rodaje de Pirates of the Caribean”, Spike, comandó a los suyos en la presentación de su décimo álbum de estudio, St Cecilia and the Gipsy Soul que salió del horno el pasado mes de marzo.  En directo tienen una basa sólida, con Spike como pilar principal.  El rock ‘ n roll de los ingleses se apoderó de buena parte del festival, para ser tan pronto The Quireboys tuvieron una notoria asistencia. Todo un éxito de convocatoria con lo que algo tenían que estar haciendo bien y eso era el dinamismo en el escenario y el carisma de Spike.

Turno para la primera visita al The Temple de la mano de Enthroned. Los belgas dieron un show más que correcto y fueron los primeros en demostrarnos lo bien que había evolucionado el sonido del escenario más blacker del festival. El que siempre había sido el más perjudicado ahora sonaba de lujo y no tenía nada que envidiarle al resto de escenarios. Un set de unos 40 minutos en el que rescataron viejas glorias como temas más recientes, siendo “Of Feathers and Flames” la elegida para cerrar. Tuvieron una puesta en escena bastante estática a excepción de su frontman, Nornagest, el que se paseaba de un lado a otro del escenario y dedicó algún que otro comentario al público en referencia a esa parte de la comunidad cristiana que tanto quiere fastidiar la realización del festival.

Mientras algunos de nosotros nos dirigimos a We Are Harlot, otros nos decidíamos por melodías más depresivas y tranquilas. Shape of Despair son una banda difícil de ver, ya que hasta hace relativamente poco no habían dado ningún concierto y ya ni hablemos de verlos por España, así que debemos confesar que estábamos esperando su salida al escenario cual niño la noche antes de Reyes. ¿El resultado? Impresionantes. Los finlandeses nos brindaron lo que todos esperábamos: una actuación soberbia, brillante y bien pulida. No tocaron nada del Illusion’s Play, pero con 40 minutos de set y canciones tan largas, elegir un setlist que contentase a todos era una tarea muy difícil. “Sleeping Murder” fue una delicia para todos los sentidos y se acordaron de su álbum debut con “Woundheir” a la hora de terminar. Quizás la única pega que se pueda mencionar es que no acabamos de ver a Natalie muy cómoda encima del escenario. El que sí estuvo en su salsa fue Henri Koivula a las voces, no se echó en falta a Pasi en ningún momento.

El sol que cayó en los Mainstage I y II pronto empezó a ser criminal, en el II unos angelinos con un par les importó poco este hecho. Como hemos dicho, algunos preferimos ver a We Are Harlot que hacían su acto de presencia en el Hellfest, presentando su debut discográfico. La banda de Danny Worsnop, cantante y líder de Asking Alexandria (con una vestimenta muy glam),  y Bruno Agra, batería de Revolution Renaissance, nació en 2011 de las inquietudes por el hard rock de sus dos miembros fundadores. A estos se les unieron Jeff George y Brian Weaver.

Con la fórmula hecha y una primera prueba en el mercado quedaba evaluar cómo funcionaban juntos en directo. Y la verdad es que el cuarteto acertó en todo. La conexión con el público a pesar del calor se mantuvo. Danny y Bruno pusieron todo su empeño a ritmo de “Denial”, con la que empezaron su repertorio,  “Never Turn Back”, “Somebody”, “The One” y “Dancing on Nails” entre otras y se lucieron en un concierto más que aceptable. We Are Harlot se despidieron con “One More Night” no sin antes interpretar “Tie Your Mother Down”, cover de Queen (gran momento para los fans de esta mítica banda, no era nuestro caso).

Poco después vendrían unos Defeater que dieron un recital de los más dignos del viernes. Desde Boston, esta formación empezó a gran nivel con “Bastards” del Letters Home y no nos dejaron bajar del carro hasta que finalizó la actuación. Agresivos, intensos y con un punk con tintes de hardrock muy bien marcadas y definidas. Riffs crudos y rápidos y una batería con buen ritmo. Un punk que se podría llamar moderno por ser lo que más se lleva ahora, que fue descargado con gran intensidad y potencia por los chicos que sacaran el nuevo álbum, Abandoned, a finales de agosto. Disco que no nos pensamos perder.

El descaro de Derek, Jay Maas, Jake, Mike y Joe Longobardi se encargó de en evitar que bajara el ritmo y nos mantuvo activos los cincuenta minutos que estuvieron en la War Zone. Misión conseguida. Un señor concierto desde luego.

A los pobres Godsmack les tocó la hora criminal en el Mainstage I. A pesar de eso, tuvieron una destacada afluencia en las filas delanteras a los que hay que añadir un buen número de gente que comía en el césped observándolos por las estupendas pantallas de las que se ha provisto el Hellfest. “Fort Those About to Rock (We Salute You) de ACDC dio la entrada al conjunto de Massachussets . 30 años de historia tienen a sus espaldas y seis discos de estudio.

Su fama al igual que sus lanzamientos de han manteniendo de forma intermitente, pero treinta años son muchos así que el show estuvo marcado por el repaso a su historia, “1000hp”, single del disco que vienen presentando ahora fue lo más nuevo, pero hubo tiempo de escuchar, “Cryin’ Like a Bitch”, “Somethinf Diferent”, “Awake”, “Voodoo” y “I stand Alone. Su metal alternativo clasificado como nu metal, se postuló como la opción mejor para quien Vallenfyre y Orchid no les vaya. Un directo a medio gas, que a fin de cuentas con su potencia nos mantuvo vivos en el Hellfest en una hora donde las fuerzas empiezan a hacer mella.

Nos supo mal perdernos a Melechesh (no tanto a Billy Idol, al cuál oímos meter un gallo tras otro mientras nos dirigíamos al warzone), pero Wolfbrigade eran visita obligada. Otros que son difíciles de ver –al menos para nosotras que residimos en la península—los suecos eran uno de los platos fuertes de nuestra selección. Una actuación de sobresaliente con un sonido impecable, que nos permitió gritar grandes temas como “Barren Dreams”, “Feed the Flames” o “The Curse of Cain”. Algo menos de una hora de ese d-beat/crust que tan bien se les da hacer a los suecos.

Tocaba adentrarnos en el The Valley para disfrutar de uno de los grandes del género. A estas alturas no creemos que High on Fire necesiten presentación y mucho menos el alma mater del grupo Matt Pike, al que pudimos verle dando un concierto de órdago con sus Sleep hace unos meses en la ciudad condal. El espectáculo del Hellfest fue uno más que correcto (y más si tenemos en cuenta que una de nosotras se quedó dormida de pie, literalmente, la última vez que les vio) y cumplió con todas las expectativas: conseguir que el The Valley se convirtiera en la segunda casa de todo amante del stoner. Eso sí, que del Death is this Communion solo nos tocaran “Rumors of War” no tiene perdón de dios.

La hora de Motörhead había llegado pero nosotros teníamos otros planes. El pagan metal de los rusos Arkona parecía más interesante, con una afluencia de público más alta de lo que una servidora esperaba, pero que comprendimos rápidamente. El directo del quinteto capitaneado por una radiante Masha es impresionante. Cierto es, que su estilo folk influye mucho en que eso sea posible pero la forma de desenvolverse es implacable.

Masha es toda una alma mater que cuenta con Lazar Kniaz y Vladimir Cherepovsky al lado, dirigiendo la banda y entregándose al público el trio es una maravilla. A la batería cómo lleva haciendo toda esta gira estuvo Andrey Ishchenko, quien substituyó a Artist hace apenas un año. Él ya participo en  la grabación de Yav y puede que sea por eso que se le vio más suelto con “Na strazhe novyh let”, “Serbia” y la propia “Yav”. Arkona presentaron estas tres de su último retoño pero también tuvieron tiempo de tocar “Goi, Rode , Goi” y “Yarilo” con la que tuvieron un apoteósico final de sesión. Una auténtica fiesta muy intensa es lo que montaron en unos escasos 50 minutos que supieron a poco.

Y del frío ruso pasábamos al frío sueco –aunque más bien en Clisson nos estábamos asfixiando de calor—de la mano de Bloodbath. Un pequeño inciso antes de que os empecemos a narrar lo acontecido en este show. Nuestras expectativas eran bastante bajas, una por no ser seguidora de la banda y la otra por serlo demasiado y conocer muy bien el estado de las voces de Nick Holmes en directo: unas veces está pletórico y otras te dan ganas de quedarte sorda de por vida. Pero al final, Nick Holmes nos chapó la boca –así, tal cual—a todos y nos demostró que es un genial substituto para Mikael Âkerfeldt. Porque, siendo francos, Miguelito no es que precisamente resaltara mucho en los directos de Bloodbath y a nuestro modo de ver Nick se defendió bastante bien sobre las tablas. Pero si hay que mencionar a alguien, es sin duda a Sodomizer. Mientras la mayoría de los ojos se posan sobre la guitarra de Blakkheim, Per se está marcando todos los solos de las canciones sin acaparar un mínimo de atención, a nosotras que nos lo expliquen. Renkse seguía estático como siempre, aunque parece que poco a poco ya va ganando más confianza con el bajo y hay que contar que en alguna ocasión la voz de Blakkheim resonó con más fuerza que la de Nick… lo que hubiera pasado si se hubiesen decantado porque Anders tomara las voces principales. El setlist estuvo bastante equilibrado en cuanto a balance entre material antiguo y nuevo, destacando “Like Fire”, “Breeding Death” o “So You Die”. Se pasaron algo del tiempo estipulado y se marcaron un bis con “Eaten”. Este tema fue creado para la voz de Peter Tägtgren y jamás será interpretado correctamente al 100% si no es por el propio Peter. Se despidieron con una ovación más que merecida, mientras Nick seguía balbuceando y haciendo un chiste sobre vete tú a saber qué. ¿Qué tendrán Bloodbath con elegir frontmans que les guste hablar más que a un tonto un lápiz?

Un telón con los ojos de Alice Cooper anunciaba quien iba a hacer su acto de presencia. El norteamericano tiene ya una edad y una gran discografía le abala llena de temas icónicos de varias generaciones. Algunos pensarán que lo que suena en sus directos está muy visto, ciertamente no hay ni un solo tema que no suene a nadie y probablemente algunos los hayamos escuchado centenares de veces. Pero hay algo que tiene este buen hombre y es una predisposición y unas ganas de montar espectáculo que no puede con ellas.

Hizo un repaso a sus clásicos entre los que encontramos “Feed My Frankenstein”, “Welcome to my Nightmare”, “I’ll Bite Your Face Off”, la archiconocida “Posion”, tema con el que se despidió por primera vez antes de volver con “School’s Out, en la que incluyeron un guiño a “Another Brick in the Wall” de Pink Floyd (sencillamente genial el momentazo).  Pero si hay que destacar momentos memorables uno de ellos fue el teatro de “I love the Dead”. Algo que se tiene que ver almenos una vez en la vida y mejor no despotricar. El otro, “Dirty Diamonds”, que fue un punto de inflexión donde los componentes de los que se rodea actualmente se lucieron con solos de bajo, guitarra y batería. Todo un deleite para el oído. Si algo quedó claro tras hora y cuarto de show es que Alice Cooper sigue en forma.

Gracias al cambio de horas de Five Finger Death Punch con Lamb of God no hubo que correr tras Bloodbath (y menos mal), Así pues a las 22.00h 5FDP comenzaron un show en el que se marcaron un set list en el que figuraron “Bad Company”, “The House of the Rising Sun”, “Burn it Down” y “The Bleeding”. Ante eso poco más podía se podía pedir a los estadounidenses.

Jeremy Spencer, Ivan Moody, Jason Hook,  Zoltan Bathory y Chris khael, este último con el traje de esqueleto y los dientes de colores brillantes incluidos, forman un gran equipo con una perfecta compenetración y conexión con el público. Supieron distraernos y motivarnos y si le sumamos que encima sonaron bien, de ahí resultó un cóctel explosivo. Chris Khael dejó claro que habilidad y nivel para estar ahí, los tiene. Jason nos deleitó con brillantes riffs y Jeremy lideró un equipo de hoquey bien organizada. “Got Your Siw”, será su sexto álbum, aún no ha salido con lo que no tuvieron oportunidad de presentarlo, no obstante como era de esperar nos obsequiaron con el honor de escuchar el single antes de concluir con el concierto.

Y mientras algunas disfrutaban de Alice Cooper y Five Finger Death Punch, otras nos dábamos una de esas duchas que resucitan hasta a un muerto y nos preparábamos para el que quizás haya sido el concierto más mediocre que se haya presenciado de Satyricon. A ver, la actuación fue correcta, ni más ni menos, pero el setlist fue bastante poco acertado y a Satyr se le veía más preocupado de lanzar bilis en contra de la gente que compra entradas vips, que en conectar con el público. Pese a todo esto, aún nos brindó una genial “Mother North” y el cierre perfecto para un festival: “K.I.N.G.”. Definitivamente, han tenido mejores días, pero siempre se agradece verlos ni que sea un rato.

Seguíamos en caminos divididos y una parte se iba a disfrutar de uno de los platos fuertes del festival. Meshuggah venían a conquistar suelo francés y os podemos asegurar que así lo hicieron. Buen sonido, buen espectáculo y solo con poder disfrutar de “Future Breed Machine” ya tienen ganado el pan. El triplete final con “Breed” y las enormes “In Death – Is Life” e “In Death – Is Death” también fue digno de mencionar. Recolecta para hacerle un templo a Jens Kidman a la de ya.

Wovenhand por otro lado en el Valley tenían ante ellos un pequeño séquito de fans y curiosos. Que Edwards, cantante y único miembro compositor de Wovenhand es un tipo algo excéntrico es sabido y que su indudable calidad compositiva es equiparable a su nula predisposición a dirigirse al público también. Pero precisamente todo lo que le falta a él de comunicación lo tienen su guitarrista y bajista, que bajo una gruesa capa de humo,  pudimos ver por las siluetas ponerle agresividad al asunto. Su country alternativo generó un ambiente muy intenso, captando nuestros oídos a lo largo de la hora de actuación. Desde luego hay que ser muy bueno para parir temas como “Salome” y “Corsicana Clip”. Sin ser un mal show, podríamos decir que ni el estilo ni la hora fueron muy acertados, en esos momentos la tralla hubiera ido mejor.

Muy a nuestro pesar nos perdíamos a Dead Kennedys, pero si de alguna temática teníamos que dotar a esta edición del Hellfest, era sin duda la de contentar a nuestro adolescente interior y por supuesto no nos íbamos a perder a Slipknot. Sencillamente, brutal, de principio a fin. Las nuevas máscaras nos siguen pareciendo bastante cutres y los temas nuevos creemos que servirían mejor para Stonesour, pero es innegable lo mucho que llegamos a saltar y cantar con su repertorio más clásico. Sí, podrían haber tocado más del Iowa (tan solo tocaron “The Heretic Anthem”), pero se dignaron a rescatar varias de su álbum debut: “Eyeless”, “Spit it Out”, “Wait and Bleed”, “Surfacing”… Además tenemos que confesar que “Vermillion” nos tocó bastante. Ya ha llovido bastante desde la última vez que los vimos por estos lares, cruzaremos los dedos para que decidan regresar pronto.

La jornada del viernes no pudo cerrar de una forma mejor tras grandes actuaciones como las de Bloodbath, Wolfbrigade, Arkona, Alice Cooper y Bölzer. Tras un jueves que nos derrotó parcialmente aguantamos el tirón del viernes hasta que Slipknot terminó con la totalidad de nuestras fuerzas así que la retirada a la tienda fue rápida. Aún nos quedaban dos días por delante y muchas horas de non-stop.

Crónica y fotos: Xell e Ireth