En un fin de semana intenso en Madrid, también disfrutamos del concierto navideño de King Sapo en la sala Wurlitzer de la capital. Una cita que nos nos podíamos perder y que hoy nos relata nonamed.

¡Nos os perdáis esta crónica!

 

Una, dos, tres, no sé, pero son unas cuantas las cervezas que me he tomado en la sala Wurlitzer de Madrid. Pero nunca había tenido oportunidad de disfrutar de un concierto en su escenario. A pesar de haber subido y haber zapateado alguna vez.

Es por ello que ver a King Sapo en esa sala para mí era un aliciente. Así que allí estaba en la puerta a las 21.00 del pasado 10 de diciembre. Y aunque no aparecía en lista, se pudo solventar fácilmente. Mil gracias a Ana Laballo y al propio grupo.

El grupo nos aseguró una fiesta y nos regalaron una fiesta. Con cincuenta minutos de retraso comenzaban con "Sexo en Marte" tema que da título a su último álbum y que con Jesús Trujillo a la acústica empezaba el caldeo del ambiente. Un ambiente que ya de por sí venía caldeado, porque calor pasamos un rato largo.

Para mí ver a este cuartero es disfrutar, no sólo de un grupo con una propuesta única de música de los 70 con sonido de los 90, sino de un derroche de energía, con rotura de cuerda de guitarra incluida. Aunque para mí el concierto tuvo dos partes. Una primera mucho más centrada en ese "Sexo en Marte", un disco de los más diverso, donde la banda coquetea con el soul y el R&B y una segunda parte que engloba sus dos primeros trabajos y que sin duda, hoy por hoy, funcionan mejor. Temazos cómo "Niño Gurú", "Hombre Humo" o esa preciosidad llamada "Hablando Con Árboles" fueron coreadas con fuerza por el público. Y hablando de coros, destacar a Andrés Duende, que además de los coros, es un guitarrista que hace cosas con las cuerdas que yo no conocía. La guitarra es su juguete personal. ¿Curiosidades? No usa pedal.

Por otro lado José Alberto Solís, su bajista, es un portento. No sólo salta y brinca, sino que de repente se baja del escenario con Javier Plenelles, el batería, y se sube a la barra del bar para goce del personal. Y demostrando la cercanía que te da un concierto en sala pequeña. Aquí me pregunto qué pasaría si en vez de José, fuera Rosalía. ¿Se mantendrían las formas del público?

Los temas estaban llenos de arreglos hasta el punto de que "Afrodita Blues", canción con la que cerraron el concierto, se me hizo pesada. Un Andrés en su salsa no paraba de alargar su juego de guitarra y un solo de batería, consiguieron que yo mismo pidiera la hora. Quizás porque ya eran las 00:20 y la espera había sido demasiado larga. Ahora que lo recuerdo, la fiesta fue tal que hasta Arturo de sonido tuvo su pequeña mención y agradecimiento.

Dos horas de fiesta o de concierto de King Sapo. Que vino a triunfar en una sala pequeña como la Wurlitzer, y salió por la puerta grande. Incluso con un concierto acústico anunciado in extremis para el día siguiente.

Dales una oportunidad y si no te convencen, dales otra.

 

Crónica y fotos por nonamed